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Por: Narciso Isa Conde

El desplome de la economía capitalista, precipitada por la COVID 19, está siendo utilizado para, en nombre de la recuperación económica, potenciar la depredación minera.

Como esta especie de ajuste global fondomonetarista, supuestamente a cargo de un virus ajeno a la decadente dominación capitalista, es tan intenso, y como amplía extraordinariamente las penurias populares, resulta que el empleo del discurso de la minería en gran escala como uno de los grandes remedios que garantizan la recuperación económica, facilita la defensa de la minería extractiva a nombre de una “causa” supuestamente justa y necesaria.

Es una hábil manera de “envaselinar” el saqueo de minerales esenciales para darle continuidad a las nuevas tecnologías de punta secuestradas por el gran capital.

CASCADA DESTRUCTIVA: VICTIMAS Y VICTIMARIOS.

La presión viene en cascada de arriba abajo y del centro del capitalismo en crisis hacia una periferia preñada de minerales estratégicos y escenario de importantes movimientos que resisten esa impronta destructiva.

El abanico depredador lo integran los monopolios y oligopolios mineros, el complejo militar industrial financiero, las corporaciones de la micro-electrónica-informática y robótica, y las industrias sofisticadas relacionadas con el negocio de la salud y de la energía.

Todos se apoyan en los Estados centrales que controlan y en los que subordinan en su periferia, vía gobiernos y ministerios colonizados y fuerzas militares tuteladas, y ejercen presiones y prácticas de sobornos a través de sus poderosas organizaciones corporativas y cámaras empresariales.

Operan –repito- de la cúpula hacia abajo y del centro dominante hasta la periferia dependiente.

En determinada vertiente esos propósitos los vinculan a la generación de tecnologías apropiadas para producir energía limpia que requieren de minerales cuya extracción provocaría grandes daños ambientales.

En ese orden, frases hermosas para el saqueo del patrimonio natural acompañado de endeudamiento externo, abundan en los cantos de sirenas del Banco Mundial y otros organismos multilaterales al servicio del gran capital transnacional.

Pero eso de una “nueva era energética” y una “minería climáticamente inteligente” o “responsable”, está muy lejos de las prácticas reales y hegemónicas de esas corporaciones; más bien operan como componentes de un manto encubridor y como propaganda de encantamiento.

Hay que ver como aquí, en Rep. Dominicana, la Barrik Gold usa ese lenguaje mientras contamina, depreda y afecta fuentes de agua.

Hasta a los ejercicios, maniobras y operaciones militares le ponen nombres tan bonitos como OPERACIONES NUEVO HORIZONTE.

Las clases dominante-gobernantes de la periferia colonizada compran estos mensajes acompañados de préstamos, asumiendo la racionalidad del gran capital supranacional.

Una racionalidad cada vez más reñida con la realidad y con las necesidades colectivas, que, en tiempo de crisis sistémica, agravada por esta pandemia, procura fundamentalmente recuperar tasas de ganancias y acumulación de riquezas, exprimiendo al mundo del trabajo y saqueando la naturaleza no humana.

A eso llaman recuperar la economía, pero solo la de ellos.

Estremecido por la crisis su modelo financiero-especulativo, se vuelcan sobre la economía real con especial énfasis en modalidades que empobrecen la humanidad y el planeta en mayor escala.

Eso, a su vez, está acompañado del empleo en grande de la militarización y del uso de la fuerza militar en el marco de una decadencia agresiva y una persistente pérdida de hegemonía. La barbarie post-moderna.

No se debe perder de vista que el BM es precisamente un instrumento del capitalismo que ha creado la presente crisis ambiental y no es de la mano de esa entidad financiera que esa realidad puede contrarrestarse, sino desde nuestra autodeterminación, auxiliada por inteligencias no subordinadas.

Por eso es vital plantarnos en el criterio de que todo lo que dañe la Madre Tierras, afecte sus bosques y fuentes de agua… todo lo que la contamine, debe ser rechazado; aunque sea para generar energía supuestamente más limpia.

Esto de ser así hasta tanto el ingenio humano no cree las técnicas que eviten las extracciones de minerales con esas nefastas secuelas. Hay que detener las variantes de energías renovables con tan graves secuelas y optarse solo por aquellas que no tengan esas consecuencias Y esto nos remite al crucial tema de la autodeterminación de los pueblos.

 

LA SOBERANÍA Y DEMOCRACIA REAL COMO FACTORES DE AUTODEFENSA.

 

La soberanía nacional, apuntando hacia la continental, es clave en la cuestión ambiental de nuestra América, para decidir que conviene y que no conviene.

Igual la democracia es un factor trascendente para que pueblos y comunidades puedan tener participación en las decisiones sobre un tema que concierne a la vida misma de la naturaleza humana y no humana.

Ambos factores son muy importantes para la defensa de la vida en nuestras naciones.

Ambos coliden con la racionalidad capitalista-imperialista, y muy particularmente con los designios de los magnates de la minería extractiva.

A las corporaciones transnacionales mineras y a las potencias capitalistas que las amparan solo les interesa sus ganancias y la supervivencia de sus modelos consumistas dispendiosos.

Cuando la soberanía y la democracia interfieren su determinación de saqueo y apropiación de recursos estratégicos, arremeten contra ellas.

Estoy seguro que el golpe en Bolivia tiene una relación directa con el litio y otros minerales estratégicos. Igual el control sobre Haití, Rep. Dominicana, Chile… Mientras que a Venezuela no le perdonan la capacidad que ha tenido su pueblo para conquistar y defender su autodeterminación y su territorio.

UNA RUTA DIFERENTE.

La defensa de la vida apunta hacia una ruta diferente.

Primero que nada, hay derrotar el coloniaje, recuperar independencia, autodeterminación, soberanía.

Potenciar las soberanías reconquistadas con la suma de las mismas, con el impulso del proyecto de Patria Grande Liberada.

Se necesita mucho anti-imperialismo, inseparable ya del anti-capitalismo.

Hay recuperar soberanía popular sobre el territorio (suelo, subsuelo, sobresuelo, mares).

Es insoslayable pensar en un modelo propio, distinto al industrialismo depredador.

Un modelo con énfasis en tecnologías propias hermanadas al patrimonio natural no humano; centrado en el bienestar colectivo de los seres humanos y en la superación de la crisis ambiental.

Es fundamental satisfacer necesidades de vida en sentido inverso al capitalismo que se concentra en generar ganancias a costa de los seres humanos y de su entorno natural. Hay que generar riquezas sin empobrecer.

También lo es sumar conocimientos, talentos, investigación, creatividad y someterlas a las necesidades de nuestros pueblos y comunidades.

Los verdaderos modelos de desarrollo se construyen con participación de la diversidad proletaria, popular y cultural; se someten permanentemente a la prueba del acierto y del error. Deben ser impactados por todas las liberaciones: clasista, feminista, anti-racista, ambientalista, juvenil, infantil.

Tenemos mucho que aprender de la relación de los pueblos originarios con la naturaleza, así como de la propia naturaleza.

Hay que subvertir los modelos de alimentación, salud y convivencia que las llamadas modernidad euro-céntrica y pro-estadounidense nos han impuesto.

Debemos asumir un progreso y un modo de vida abrazado al resto de la naturaleza y en armonía con sus demás componentes.

La contra-partida no puede ser otra que la insurgencia popular global rearmada de una propuesta transformadora, anticapitalista, socializante.

Aquello de Rosa Luxemburgo: SOCIALISMO O BARBARIE tiene hoy mucha más pertinencia.

Solo que, a la luz de los reveses del socialismo estatista del siglo 20, embrionario en fin de cuentas, el nuevo proyecto de países y mundo opuesto y alternativo al que nos impone el gran capital y su decadente civilización burguesa, amerita volver a sus orígenes marxistas y engelianos, renovarse y actualizarse, recobrando poder atractivo y mística revolucionaria.

 

 

 

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