Por: Sandra Rosario
Un hombre que ha dejado huellas y que siempre vivirá en nuestros corazones. Nelson Mandela el político más admirado de estos tiempos, murió a sus 95 años y llueven los elogios a un sabio que transformo la historia de su país. Nos demostró con su inteligencia, destreza y valentía, que en el campo de la política a veces los milagros son posibles.
Este Líder que a pesar de los golpes que le dio la vida, que duro 27 años de prisión por la lucha de la igualdad de negros y blancos, que comió potaje de maíz tres veces al día, que tenía media hora de visitas cada seis meses y solo podía recibir y escribir dos cartas por año, en las que no debía mencionarse nunca la política ni la actualidad. Después de cumplir su condena fue presidente de la República de Sudáfrica en 1994. Mandela con una devoción popular no se ensoberbeció, siguió siendo sencillo, honesto y humilde y ante la sorpresa de todos se negó a permanecer en el poder, como sus compatriotas le pedían. Es el mejor ejemplo que tenemos, uno de los muy escasos en nuestros días, de que la política no es solo ese quehacer sucio y mediocre que cree tanta gente.
Mandela con fortaleza defendió sus ideas y logro que los derechos de los demás se respeten. Su mayor virtud fue perdonar y obtener la unificación de un pueblo dividido. Hoy el mundo entero le ha rendido homenaje, por ser uno o el más grande abanderado de la justicia humana.
Quiero señalar algo que he visto a través de los años y que aprecio y es que los hombres que asumen posición y defienden las causas justas son los que permanecen en la historia y son recordados por su grandeza, este es el caso de Nelson Mandela.
Esto lo digo como reflexión, se puede pagar un precio por un momento determinado, pero los resultados serán bien valorados en el tiempo. Está demostrado que los hombres valoran el corazón de las personas, porque lo ven humanitario, cercano. Por eso se puede ver como se venera a Nelson Mandela, Gandhi, Abrahán Lincoln y al Papa Francisco, ahora llamado el Papa del Pueblo.
Siempre debemos hablar desde adentro, de manera profunda, tocando el corazón, eso es lo que la gente va a seguir. No hombres fríos e inhumanos. La lección que deja Mandela es que necesitamos un mundo más justo, donde los intereses no estén por encima de los derechos, nos abracemos a la democracia y globalicemos la verdad.