Por: JUAN SALAZAR
A muchos les sorprendió enterarse que el cantante cristiano Jesús Adrián Romero suspendió una gira de conciertos y decidió retirarse momentáneamente de los escenarios para darle prioridad a su deteriorada salud mental.
«Un cúmulo de situaciones me han llevado a un período de vulnerabilidad emocional que requiere una tregua de mi parte”, confesó el cantautor mexicano a través de un mensaje colgado en su cuenta de la red social Facebook.
A mí no me extraña que tantos reaccionaran asombrados ante el anuncio del intérprete de “Razones para vivir”, porque una gran mayoría piensa que los trastornos mentales, especialmente la depresión y la ansiedad, son un asunto de mentes débiles.
Por esa razón consideran chocante que un cristiano, pero mucho más un cantante que suele insuflar fe y esperanza a través de sus composiciones, como Jesús Adrián Romero, esté pasando por un desierto espiritual.
Es un error pensar que la sola condición de ser cristiano libra de los avatares de la vida, que en cualquier momento pueden llenar a una persona de tristeza, desesperanza y temores.
Hasta el propio Jesucristo, el hijo de Dios, lo vivió en el Monte de los Olivos, específicamente en el lugar llamado Getsemaní, a pocas horas de ser apresado y posteriormente crucificado en la cruz del calvario.
El evangelio de San Mateo nos narra como Jesús, tomando aparte a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo (Juan y Jacobo), comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera ante la dura prueba que se aproximaba.
“Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo”. (Mateo 26:36-45)
Jesús, en un momento que necesitaba tan solo acompañamiento y empatía, se sintió muy decepcionado y entristecido al ver que sus discípulos no pudieron velar y orar con él por tan solo una hora.
En otra oportunidad, se encargó de recordarles a sus pupilos que nadie está exento de enfrentar pruebas y calamidades en la vida, cuando les dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33).
Y esa segunda parte, tras la advertencia de que habría aflicción, encierra la importancia de tener las herramientas necesarias para salir victoriosos cuando se encaran las pruebas, desafíos y momentos difíciles de la vida.
En el caso de los cristianos, Dios permite los momentos traumáticos para probar la fe y forjar un carácter similar al que exhibió su hijo Jesucristo desde que comenzó su ministerio, luego de ser tentado por Satanás en el desierto.
Y traigo este ejemplo a colación para destacar la importancia de dotar a las personas que padecen diversos trastornos mentales de los recursos para enfrentar exitosamente sus desiertos emocionales, inevitables porque el estrés, la depresión, la tristeza, la ansiedad y la desesperanza son parte de la vida, sin importar el estatus social o económico del ser humano.
Tomando eso en cuenta, me satisfizo mucho conocer que el Grupo SID está ejecutando entre sus empleados un programa para promover su bienestar físico y emocional, porque ambos se complementan.
Las empresas del país realizan con frecuencia operativos médicos entre sus empleados para medir la presión arterial, niveles de glucosa, talla corporal y otros indicadores de salud, así como los odontológicos y de la vista, con el objetivo de prever y tratar con tiempo una latente, pero ignorada condición física.
Pero la salud mental sigue siendo la gran olvidada. Y de ahí la sorpresa cuando nos enteramos que algún compañero de labores tuvo un intento de suicidio o que lo consumó.
Ese plan para fortalecer el cuidado de la salud mental entre cerca de cinco mil colaboradores del Grupo SID, incluye un “Día de Salud”, o sea, un tiempo libre para que los empleados puedan agendar sus estudios y consultas médicas.
Contempla, además, ofrecer consultas psicológicas gratuitas en todas las unidades médicas internas de la empresa y en modalidad virtual.
Los empleados dispondrán también de una línea de apoyo emocional para recibir acompañamiento de especialistas, 24 horas al día.
El programa de apoyo emocional incluye charlas sobre el manejo del estrés, resolución de conflictos y el necesario balance entre familia y trabajo, vital para cumplir con las responsabilidades laborales, pero sin descuidar el hogar.
Según la presidente ejecutiva del Grupo SID, Ligia Bonetti, estas iniciativas se suman al Programa de Ayuda y Consejería a los Empleados (PACE), que la empresa ha llevado a cabo por más de una década, para brindar apoyo a sus colaboradores que enfrentan desafíos.
Sin dudas una alentadora iniciativa en materia de salud mental que deberían emular otros empresarios del país, porque tal y como apunta Bonetti, fomentar una cultura de cuidado personal debe incluir como componente esencial crear hábitos para garantizar también el bienestar emocional.
Con empleados fortalecidos física y emocionalmente, prevemos los sorpresivos quiebres emocionales, como el de Jesús Adrián Romero, quien en el estribillo de una de sus canciones nos invita a “soplar vida y aliento” a los afligidos en medio de un desierto emocional.