Por Ricky Noboa. – El compromiso con las nuevas generaciones de formarlas en los principios que sostienen la ética en la sociedad, se ha visto frustrado por la ausencia de liderazgos que representen valores donde graviten la honestidad, el patriotismo, la moralidad, la solidaridad y sobre todo, voluntad social.
Cuando asumimos estos conceptos en nuestro accionar, rechazamos el maquillaje cual carnaval disfrazado de cuaresma, frente a la disyuntiva del individuo en la sociedad. La codicia supera la honradez como instrumento de crecimiento económico, en menoscabo de los valores auténticos representados en la autoridad.
Cada día comprobamos que las riquezas forjadas en la impunidad se convierten en una retranca para la mayor aspiración de los ciudadanos que anhelan vivir con deberes y derechos, bajo el marco del imperio de la ley.
El compromiso de los gobiernos es obrar protegiendo los principios que rigen las normas morales y cívicas de la ciudadanía, con base en la independencia del estamento judicial, que aplique una normativa eficaz en la administración de justicia, y así castigar ejemplarmente a los que delinquen en detrimento de la seguridad ciudadana.
Nuestro reto está en todos unidos, luchar contra la impunidad.