Por: Ángel Lockward
Las guerras, incluso las mundiales, tenían la virtud perversa de incentivar algunas áreas de la economía; las grandes depresiones afectaron primero a los especuladores de los mercados financieros (2008) y a determinados bienes, a veces no tocaron las estructuras económicas y desde luego, nunca produjeron un parón mundial como el que padecemos ahora.
El Banco Mundial informó de una posible caída del PIB prevista preliminarmente en 2.5%, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial; será muy fuerte en Europa y ya Estados Unidos entró en recesión: Las economías de la globalización, altamente entrelazadas y dependientes – que venían siendo atacadas por la guerra comercial de USA con China, Europa, Canadá y México, es cosa del pasado, otro orden le sustituirá.
En América Latina según el BID el PIB caerá entre 1,8 y 5,5 este año: El panorama es terrible y esta vez los políticos no son culpables, ni habrá fondos para ajustes estructurales, ni de cooperación bilateral: Ha sido una pandemia la que ha colocado en estado de coma a las económicas.
Varias naciones del área son altamente dependientes de las ventas petroleras – cerró a USD$ 25.81 el WTI que utilizamos de referencia – cuyos costos de producción están por encima de los precios de venta; otras, como República Dominicana quizás no veamos muy afectadas nuestras exportaciones – en particular a Haití -, pero si los ingresos del sector turístico y la cuenta de remesas, ambas muy dependientes de USA y la UE, por otra parte, las inversiones extranjeras, es obvio que caerán drásticamente: El efecto en la industria de la construcción será desastroso.
Como fruto de la suspensión de, al menos, dos meses de las actividades económicas, los ingresos del Estado se caerán – aunque trate de mantener los empleos – y, con ellos, los subsidios a los ayuntamientos que se estrenan el 24 de abril y, son grandes empleadores: El Gobierno entrante tendrá que mantener el gasto en algunos renglones y aumentarlo en otros, para evitar un colapso en la demanda.
A finales de marzo 36.015 empresas habían solicitado suspender 434,620 contratos de trabajo – dos semanas más de Emergencia han agravado esta cifra – y, aunque los empresarios en condiciones de ser solidarios, hagan esfuerzos por mantener los puestos de trabajo, con bajos niveles de producción, la mediana y pequeña empresa no tienen capital para aguantar y, menos, los informales que cada día salen a buscar el pan.
El Gobierno estará obligado a buscar financiamientos para compensar la pérdida de ingresos, no solo porque sus gastos son casi inelásticos, sino además porque debe aplicar medidas fiscales tendentes a garantizar la demanda: Ahora el problema es mantener la capacidad de consumo.
Aparecerán algunos fondos de emergencia en los organismos multilaterales, particular en los regionales, empero siendo los países ricos, esta vez, los primeros afectados, por ahí los donantes escasean y, los mercados financieros, que verán las primeras moras en años, tampoco estarán en buenas condiciones: La Feria de endeudamiento externo se verá sensiblemente afectada como fuente para el gasto interno.
Los dominicanos habremos de ser creativos; controlada la expansión del coronavirus causante del problema, lo primero es reactivar la economía reestableciendo la demanda: El sector hotelero, por ejemplo, que siempre vende caro a los dominicanos y barato a los extranjeros, debe modificar sus ofertas para mejorar su ocupación con nacionales mientras vuelven los extranjeros, que no será mañana: La operación hotelera permea a todas las actividades económicas mejor que ninguna otra.
La banca – que ya tenía sobre liquidez – ha visto liberados fondos adicionales, pero deberá ser creativa para poderlos colocar en una economía deprimida que no está demandando dinero porque no hay nada que hacer con él; el comercio – el mayor empleador – del país, es tradicionalmente el más eficaz, pero hay que liberarlo de las políticas fiscales confiscatorias de la DGII porque ahora, el problema mayor es otro.
Los choferes se quejan de que los combustibles no bajan proporcionalmente a la reducción en los precios del petróleo – que se debe a la enorme cantidad de impuestos – empero la tarifa eléctrica, concluida Punta Catalina, tampoco baja y los combustibles de generación, que no pagan impuestos están a 42% del precio previsto en la Ley General de Presupuesto: Bajen la tarifa, que es dinero que la gente puede gastar en otra cosa.
Para levantar el país, hay que cambiar la mentalidad del Gobierno: Este debe pasar a ser un propiciador del trabajo hasta que la economía se encarrile de nuevo y, eso no sucederá antes de dos o tres años, si aplicamos políticas sociales de inclusión y nos ponemos a trabajar desde hoy.